La práctica del deporte, es considerada como universal en lo
social y en el mantenimiento de la salud. Con relación a lo social, la
práctica, fundamentalmente en los deportes de equipo, aparece asociada a
valores y actitudes como la integración, la cooperación, el diálogo, el
respeto, la responsabilidad, la sinceridad o la creatividad. Este es argumento
suficiente para que la práctica deportiva sea recomendable en los programas de
Integración social, especialmente con niños y jóvenes.
Hay muchos estudios e investigaciones inciden en la necesidad de
emplear la educación a través del deporte como medio para favorecer la
inserción social de determinados colectivos. Colectivos que cuanto más
vulnerables son, más riesgo de marginalidad padecen, como pueden ser en nuestro
país, los hijos de inmigrantes, o personas que viven en barriadas periféricas
en las grandes capitales, Madrid, Barcelona, valencia, Sevilla, etc.
En mis viajes por Hispano-América, he podido comprobar cómo en
lugares de gran pobreza y marginidad, se utiliza el futbol como una actividad
integradora dentro de la sociedad, tal es el caso es el caso de los
adolescentes de las favelas en Rio de Janeiro, con el Campeonato de Fútbol para
Comunidades Carentes (Favelas) que lleva varios años desarrollándose con dos
objetivos prioritarios: a) Intentar favorecer la inserción social de los
adolescentes y b) Ofrecerles la oportunidad de progresar en el deporte a través
de la competición.
A través del deporte se tiene la posibilidad de reproducir
implícitamente valores de la sociedad en la que vivimos, por ejemplo, podemos
promover la convivencia entre diferentes colectivos, una educación de la
conciencia colectiva, la importancia del trabajo, el esfuerzo y el sacrificio, el
desarrollo e interiorización de hábitos saludables e higiénicos y otros muchos
valores que se pueden adquirir con la práctica del deporte.
Para poder alcanzar el éxito en todo el abanico que deseamos
conseguir con la práctica del deporte, es imprescindible la participación
activa de los educadores; entrenadores, profesores de Educación Física,
colaboradores y padres, en cuanto a la enseñanza de los valores que conlleva la
práctica del deporte.
Repasemos alguno de los valores que se adquieren con la práctica
deportiva.
Todos los
deportes tienen ciertas reglas que tenemos que respetar para que puedan
practicarse (cuántos jugadores, cuanto tiempo, el tanteo de puntos, las faltas
de juego…) La vida también tiene reglas, como las instrucciones de uso, las
normas de seguridad, las normas de tráfico o las leyes. Alguna gente ignora
estas normas de convivencia, causando daño a sí misma o a los demás. El deporte
nos enseña hasta qué punto el respeto a unas normas previamente pactadas nos
beneficia y nos muestra que no es cierto que las reglas nos priven de libertad,
sino que nos permiten ser libres respetando la libertad de los demás.
Al competir
con otros jugadores aprendemos a desarrollar estrategias, que dentro de los
límites establecidos por las normas, nos permiten lograr nuestro objetivo.
Estas estrategias agudizan nuestro ingenio y pueden ser aplicadas en diferentes
situaciones.
Hay pocos deportistas “cerrados de mente”. Un deportista tiene que estar atento a las situaciones y a las personas que le rodean, y adaptarse a ellas o fracasará en sus objetivos. Por ejemplo, al escalar una montaña es necesario tener un plan inicial, pero si no escuchamos a nuestros compañeros, si no prestamos atención a los cambios del tiempo o si no respetamos nuestros propios límites, podemos ponernos en serio peligro.
El deporte
fortalece nuestras relaciones con otras personas y nos hace estar cerca de
ellos de un modo especial. El esfuerzo común, los éxitos, los fracasos y el
aprendizaje nos ayudan a comprender a la gente, y no sólo a aquellos que hacen
deporte con nosotros.
Ser un líder no es ser un déspota. En la vida mucha gente cree que el mejor modo para organizar grupos, escuelas, empresas o gobiernos es mediante la acumulación de poder, el control de los demás, la imposición y la fuerza bruta, pero no es así. Un verdadero líder escucha a los miembros de su grupo y logra establecer soluciones que beneficien a la mayoría o que al menos no perjudiquen a nadie, como cuando se decide quiénes juegan y quiénes se quedan como suplentes. El deporte nos ayuda a aplicar estas soluciones a otros entornos.
Trabajando en
equipo se aprende a que se conseguirán mejores resultados en colaboración con
todos
En el deporte
todo rival es importante y cualquier compañero de juego puede ser decisivo para
ganar. Gracias al deporte aprendemos a valorar y respetar a los demás por sí
mismos y a no menospreciar a quienes juegan con nosotros o contra nosotros.
Además aprendemos a reconocer nuestra propia valía y cómo ganarnos el respeto
de los demás.
La tecnología
avanza y hay tareas que cada vez requieren que nos esforcemos menos. Esto es
positivo, pero no puede llevarnos a pensar a que todo puede conseguirse sin
mover un dedo. Quien corre cien metros en unos pocos segundos o quien es capaz
de hacer piruetas perfectas en una prueba de gimnasia artística no tiene
poderes mágicos sino que se ha esforzado muchísimo. Tener unas buenas
condiciones físicas o una habilidad especial no es suficiente para triunfar,
como ser inteligente tampoco es suficiente para sacar buenas notas o ser buen
científico no es suficiente para ganar un premio Nobel. En el deporte, como en
la vida el esfuerzo es fundamental.
SABER COMPARTIR
Cuando dos
personas juegan al baloncesto, alguien tiene que compartir su balón, o no
habría partido; para alquilar una cancha de tenis es preciso que los jugadores
se pongan de acuerdo y para practicar la natación en una piscina pública es
preciso compartir el espacio con más nadadores. En la vida a veces es imposible
que todos los recursos estén destinados a nosotros, pero a veces no queremos
darnos cuenta, como cuando ocupamos dos asientos del autobús, nos colamos en el
cine o malgastamos el agua. El deporte nos enseña hasta que punto es necesario
compartir para que todos podamos participar.
Restregarles
a los demás su triunfo por la cara es algo que nunca hará un buen deportista.
Todo el respeto y la aprobación conseguida por la victoria se perderían ante la
falta de respeto por el esfuerzo ajeno.
SABER PERDER
A nadie le
gusta perder, pero no es motivo para utilizar la violencia o los malos modos.
Perder no es una humillación, sino una parte más del juego.
Una
competición deportiva es un proceso que en realidad comienza mucho antes del
primer encuentro. Hay que entrenar, cuidar la alimentación, las horas de sueño
y prepararse mentalmente para vivir situaciones de mucho desgaste físico y
mental. La competición en sí misma puede tener varias rondas, lo que exige
planificar los esfuerzos para poder llegar hasta el final.
Es trabajar junto con otras personas para lograr un mismo fin. En la vida a veces nos creamos “rivales imaginarios”, gente con la que podríamos cooperar pero contra la que competimos, perjudicándolos a ellos y a nosotros mismos. En el deporte quien no coopera, pierde: ¿es posible imaginar a los jugadores de un mismo equipo de fútbol luchando entre sí por conseguir la pelota?. El deporte nos enseña lo absurdo que es no cooperar.
Es la habilidad de transmitir conocimientos, ideas o emociones a otras personas y de escuchar y comprender las suyas. Es el modo más fácil de que otros comprendan nuestras necesidades. En el deporte es fundamental: de otro modo no seríamos capaces de entender el plan de juego del entrenador o no podríamos comprender las estrategias de nuestros compañeros. En la vida ocurre lo mismo, pero parece que a veces preferimos que nos lean el pensamiento…
El deporte se
basa en que el ganador supera las reglas, no las vulnera. En el deporte
admiramos a aquellos que siempre practican juego limpio y en la vida tiene que
ser igual.
Aprender a
nadar, mejorar nuestra velocidad corriendo o conseguir dominar un balón nos
hacen sentir mejor con nosotros mismos, más seguros y con más confianza para
afrontar situaciones nuevas.
Son infinidad, los valores que
podríamos seguir enumerando y definiendo, tales como:
Amistad, honestidad, motivo de
orgullo, vergüenza, solidaridad, rectitud, carácter, limpieza, limpieza de
mirada a los ojos, esperanza, alegría, fe, tristeza, confianza, amor, caridad,
ética, moral, respeto, justicia, tolerancia, ETC.
Una
vez vista la importancia del deporte en la adquisición de valores para los
individuos, tratamos de aportar alguna idea para poner en práctica en
colectivos muy pobres, con grave riesgo de marginidad.
Con objeto de
contribuir a la prevención de la exclusión social y favorecer la inserción
social de quienes padecen situaciones o riesgo de exclusión, se propone un:
“Programa”
de ayudas para facilitar la práctica deportiva en clubes o entidades deportivas
privadas o públicas, a “Menores con
necesidades de apoyo social”
La ayuda se dirigirá a facilitar la integración
de menores mediante la práctica de la
actividad deportiva, abonando la Administración Pública (CC.AA; Diputaciones o
Ayuntamientos), los pagos de los recibos mensuales o anuales, que ocasione la
realización de este tipo de actividad en clubes o entidades deportivas
federadas o no. Dicho abono se hará directamente al club correspondiente, ya
que si el dinero callera en manos de los familiares de los niños, puede que
nunca llegaran a las arcas de los clubes, debido a la situación de necesidad de
estas familias.
Los educadores
sociales deberán hacer un seguimiento de la evolución social y deportiva de los
beneficiarios, para lo cual el club o entidad deberá remitir a los Servicios Sociales, con
carácter trimestral un informe sobre la actividad del menor que percibe la
ayuda a los efectos de poder hacer un seguimiento efectivo del desarrollo social
y deportivo y poder extraer, potenciar o corregir las conclusiones oportunas.
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